martes, 10 de diciembre de 2013

Fotos Ruta a Guadalupe 2013

Oropesa - Guadalupe - 26 octubre 2013


Como viene siendo habitual por estas fechas, La Trocha puso rumbo a La Puebla de Guadalupe, Cáceres, en el mes de octubre. Este año, como de costumbre, la mañana fue fresquita a la salida arreglándose el tiempo a medida que transcurría el día. La jornada fue inmejorable para la práctica del ciclismo en la estación otoñal: parcialmente cubierto, y con una temperatura muy agradable. Nos juntamos para completar esta misión los siguientes ciclistas (de izq. a dcha y de arriba a abajo): Pedro, Agustín, Javi Suela, Jose Berraco, Yayo, Roberto, Raúl, Jose Cruzado, Koke, Ángel, Jose Fernando, Marcos, Javi Cisneros, Luis y Carlos.




La mañana comenzó con algo de niebla y los habituales parabienes y buen rollito. Que si una foto por aquí, que si este cabrón se retrasa, que donde vas tan fresco... en fin, lo habitual entre unos hombres que se ven libres del yugo de sus mujeres aunque sólo sea por unas horas.
En la foto de izq. a dcha.: Agustín, Roberto, Javi, Raúl y Pedro.






En esta segunda foto no aparezco yo porque me echó Raúl, que conste. Sin embargo no le guardo absolutamente ningún rencor. Sus razones tendrá para ser tan mala persona.

Que nooooo... que es que estos cuatro pájaros tienen su propio grupito de wasap. Pero si se creen que se van a librar de mí, lo llevan claro. La próxima semana me hago con un teléfono super listo de esos.


Una de las estrellas invitadas en esta ruta, fue el insigne señor Pedro Redondo, gran amigo de toda la vida y que de pequeño no me dejaba ser portero en los penalties. No le guardo ningún rencor. Prácticamente ya se me ha olvidado aquel día en que me quitó de la portería a empujones. Pedro siempre fue un líder nato, y un buen futbolista. Como yo nunca lo fui, acabé montando en bici.
En venganza, este día engañamos a Pedro, y le hicimos socio de La Trocha. No sabe dónde se ha metido.






Bonita estampa de Carlos camino de Puente del Arzobispo. Asombrosamente, Cyeno no rompió la bici en este viaje, ni reventó las ruedas, ni partió el eje del pedalier, ni dobló una llanta. El caso está siendo estudiado por el investigador Iker Jiménez, que ha dejado aparcados todos los temas de ovnis y de espíritus para dedicarse en cuerpo y alma a tan inquietante misterio.

Yo me pregunto si habrá intervenido la Virgen de Guadalupe en tan fantástico evento, o si por el contrario ha dejado de intervenir por desesperación. Eso depende de la opinión que tenga la Virgen sobre Carlos. Como sea la misma que nosotros...




Como viene siendo habitual, la niebla fue protagonista a lo largo de la primera hora de la mañana. Esta vez no sólo la encontramos en los alrededores de Puente del Arzobispo, causada por la presencia del río Tajo, sino que nos acompañó desde nuestro querido pueblo. La niebla da un aspecto mágico a la dehesa, en esas horas tempranas en que tu cuerpo te maldice por hacerle estas cosas.






Grupo de ciclistas pastando en la dehesa toledana. De amarillo dando el cante, Luisito, the boss.

Otra de nuestras estrellas invitadas del día fue mi cuña'o Javi Suela, más conocido en los bajos fondos como "Habichuela". Por aquí asoma el cabezo para imitar en este tipo de fotografía a Raúl, que ha ejecutado este ángulo en anteriores ocasiones con gran éxito de crítica y público. Javi tampoco lo hace mal, pero todavía necesita pulir la acutancia. Por lo demás, un diez.






Aquí vemos a Carlos luciendo ese patrocinio nuevo que llevamos en el culotte, cortesía de nuestro amigo Juan Carlos.




Esperábamos encontrar más barro y más agua de lo que finalmente encontramos. Hubo algún pequeño arroyo que pisar, pero no representaron ningún problema. Aquí vemos a Yayo cruzando magistralmente uno de los pocos que nos encontramos por el camino. El terreno en general estaba bastante bien, sin que las ruedas se pegasen excesivamente.










Destaco seguidamente tres fotos que muestran la belleza del agreste paisaje por el que pedaleábamos. Pasado el pueblo de Puente del Arzobispo, nos encontramos con un tramo de la Cañada cuyo paso está prácticamente perdido. Es un tramo de fácilmente ciclable y de aspecto silvestre.
En la primera foto vemos a Raúl en primer plano; en la segunda a Yayo; y en la tercera a Koke.




Las dos siguientes instantáneas, muestran a Jose "cañón" primero y a Ángel en la segunda, subiendo los primeros repechos hacia el Puerto de San Vicente, que es donde paramos a comer. El paisaje de encinas da paso a los pinares y a las Jaras.







Podría pensarse que la llegada a Puerto de San Vicente causó tal alegría a Berraco, que se puso a bailar una jota extremeña. Nada más lejos de la verdad. En los días nubosos, Jose cumple con un rito ancestral propio de su tribu, que consiste en bailar en taparrabos la danza del sol. En tiempos remotos, sus ancestros ejecutaban este ritual con el fin de atraer los rayos del sol para secar los tasajos arrancados a las víctimas de sus cacerías. Jose honra a sus antepasados reproduciendo esta invocación, aunque ahora lo hace para secar la ropa húmeda por el sudor de la ruta. Nosotros le pedimos por favor que dejase lo del taparrabos para otro momento.









A la danza del sol siguió otro ritual no menos importante, la ancestral costumbre de comer.
Tuvimos el honor de ser acompañados a la mesa por Mercedes, que además nos sirvió de apoyo logístico transportando nuestras mochilas.










Por lo demás, la comida transcurrió sin incidentes.












El señor tesorero todavía tuvo tiempo de sonreír entre el cuarto y el quinto plato de cocido. Hasta entonces se había mantenido en silencio, como en trance. El mecánico movimiento de la cuchara entre el plato y su boca, era el único indicio de actividad vital. Llegó un momento en que nos vimos obligados a tomar el pulso de su muñeca. Visto que no requería de atención médica le dejamos continuar hasta que, satisfecha el hambre, nos dedicó esta amable sonrisa que esconde un terrible pasado. Los garbanzos lo pagaron con creces.














Tras la breve pausa para reponer fuerzas, retomamos el camino por estrechas y pintorescas carreteras como la de la imagen. Al fondo, ya se acercan las sierras de Altamira y Guadalupe con sus escarpadas cuestas.















Jose y Pedro aparecen aquí sobre un bonito puente de madera, que cruza uno de los pequeños ríos de la zona. El ciclista debe elegir otro camino una vez llegados al puente, ya que el que se encuentra a su otro extremo sólo es apto para senderistas. A no ser, claro, que uno tenga el salero de echarse la bici al hombro y escalar la ladera.

Abajo, el grupo sobre el puente (izq.-dcha.): Marcos, Koke, Carlos, Ángel, Agustín, Luisi y Jose Fernando.








En cierto momento, el grupo se dividió en dos: los que estaban más fuertes, y los más inteligentes. Los más fuertes se metieron por este camino que entre pinares y rampas agudas se encamina hacia el terrible puerto de La Palomera. Las posibilidades de sobrevivir eran mínimas. Los más inteligentes nos decantamos por una ruta más liviana y placentera, pues no es bueno someter al cuerpo a fatigas innecesarias.












El periplo de los más fuertes comenzó con gran alborozo. Subidas y bajadas que se tomaban con gran alegría y desenfado. Las fuerzas estaban intactas después del cocido y las cervezas, y el gradiente orográfico de la región no parecía entorpecer la marcha de nuestros amigos.
Aquí vemos a Cruzado bajando despreocupadamente, mientras en la siguiente foto podemos apreciar cómo Berraco parece disfrutar con la subida de uno de los repechos. ¡Hay ignorantes!




Y entonces llegaron las inexpugnables rampas de La Palomera. A la dura inclinación de sus agrestes laderas se suma un firme castigado por el agua, y una abundancia de piedras sueltas que hacen casi imposible mantenerse sobre la bici. La siguiente foto muestra la típica ascensión en los últimos metros de tan terrorífica subida.


Pero son éstos, hombres recios que no se dan por vencidos fácilmente. Desafiando todos los pronósticos todos ellos hicieron cumbre, aun cuando quienes habíamos elegido inteligentemente la ruta fácil, nos habíamos despedido de ellos... para siempre.
A la derecha vemos a Roberto disfrutando de las vistas que ofrece la cima.
Debajo, el grupo también formado por (izq.-dcha.) Javi, Jose, Yayo, Cruzado, Raúl y Javi.



Finalmente, los quince miembros de la comitiva llegamos sin contratiempos reseñables a la hermosa plaza principal de Guadalupe.
En la imagen podemos contemplar la magnífica fachada del Santuario de la Virgen de Guadalupe, Reina de la Hispanidad y patrona de Extremadura.
Su imagen, que se puede visitar además de su tesoro, tiene la característica de ser una de las pocas Vírgenes negras que existen en el mundo.



A la mañana siguiente y tras desayunar los tradicionales churros y porras, el grupo se dirigió a la plaza del monasterio para hacerse la foto que no nos pudimos hacer el día anterior.
De los quince trochanos que hicimos el camino de ida, catorce tomamos el de vuelta, ya que Marcos, que fue la tercera estrella invitada, se vio obligado a abandonarnos por motivos laborales. Su familia fabrica uno de los cien mejores quesos de España, reconocido por el Ministerio de Alimentación.










Aquí, Marcos en acción. Tercera estrella invitada de la ruta Oropesa-Guadalupe 2013.











 La vuelta comenzó con una pendiente interminable que nos subió el desayuno a la garganta. En las dos imágenes siguientes, podemos ver a Luisito y a Yayo, escalando cadenciosamente la larga y empinada cuesta. A éstas horas de la mañana, y con las piernas frías, los neumáticos se pegaban al asfalto como si no hubiese otra cosa.


Nos hicimos una foto de grupo en La Calera, un pequeñísimo pueblo perdido en mitad del monte. A partir de aquí, debíamos faldear el cerro que se eleva a nuestras espaldas, para rodear la cresta de piedra que lo corona en su altura. Era la penúltima dificultad de la jornada.


A nuestra llegada a Oropesa, entramos en contacto con la población local. En la foto, junto al grupo, aparecen dos nativos que amablemente accedieron a fotografiarse con nosotros. Los nativos de este lugar visten camisetas blancas y pantalones vaqueros, y no miden más de metro y medio. No llegamos a preguntarles a dónde iban, pero suponemos que salían a cazar pues en la dirección a la que se dirigían se pueden encontrar venados, gamos y jabalíes. El aspecto de estos nativos era más bien sociable, y en ningún momento nos sentimos amenazados. Tras tomar la foto, nos dejaron seguir nuestro camino sin ningún problema.

Despedimos este reportaje, con una última foto de grupo junto a un cartel que indica la presencia del Camino Real de Guadalupe. Esperamos contar con vosotros el próximo año. Adiós, corazones.

Fotos: Pedro Redondo, Javi Suela, Jose Berraco, Marcos Chico y Raúl Arroyo.
Texto: Agustín de Burgos

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